4 jul 2016

CORAZÓN PERFECTO



EL CORAZÓN PERFECTO

Un día un joven se situó en el centro de un poblado y proclamó que él poseía el corazón más hermoso de toda la comarca.

Una gran multitud se congregó a su alrededor y todos admiraron y confirmaron que su corazón era perfecto, pues no se observaban en él ni marcas ni rasguños.

Sí, coincidieron todos que era el corazón más hermoso que hubieran visto, todos menos un anciano que se acercó y dijo:

"Tu corazón no es ni siquiera aproximadamente tan hermoso como el mío".

Sorprendidos, la multitud y el joven miraron el corazón del viejo y vieron que, si bien latía vigorosamente, estaba cubierto de cicatrices y hasta había zonas donde faltaban trozos, y éstos habían sido reemplazados por otros que no encastraban perfectamente en el lugar, pues se veían bordes y aristas irregulares alrededor. Es más, había lugares con huecos, donde faltaban trozos profundos.

La gente se sobrecogió. ¿Cómo puede él decir que su corazón es más hermoso?

El joven contempló el corazón del anciano y al ver su estado desgarbado, se echó a reír.

"Debes estar bromeando," -dijo -"Compara tu corazón con el mío... El mío es perfecto. En cambio el tuyo es un conjunto de cicatrices y dolor."

"Es cierto", dijo el anciano, "tu corazón luce perfecto, pero yo jamás me involucraría contigo... Mira, cada cicatriz representa una persona a la que entregué todo mi amor. Arranqué trozos de mi corazón para entregárselos a cada uno de aquellos que he amado. Muchos a su vez me han obsequiado un trozo del suyo, que he colocado en el lugar que quedó abierto. Como las piezas no eran iguales, quedaron bordes irregulares, de los que me alegro, porque me recuerdan el amor que hemos compartido. Hubo oportunidades en las que entregué un trozo de mi corazón a alguien, pero esa persona no me ofreció un poco del suyo a cambio. Ahí quedaron huecos".

El joven y la multitud estaban muy conmovidos. El anciano continuó hablando:

"Dar amor es arriesgar, pero a pesar del dolor que esas heridas me producen por haber quedado abiertas, me recuerdan que sigo amando a ciertas personas, y alimentan la esperanza de que algún día, tal vez, regresen y llenen el vacío que han dejado en mi corazón. ¿Comprendes ahora lo que es verdaderamente un corazón hermoso?".

El joven permaneció en silencio, unas lágrimas humedecieron sus ojos. Se acercó al anciano, arrancó un trozo de su hermoso y joven corazón y se lo ofreció. El anciano lo recibió y lo colocó en su corazón, luego a su vez arrancó un trozo del suyo, ya viejo y maltrecho, y con él tapó la herida abierta del joven. La pieza se amoldó, pero no a la perfección porque no eran idénticas, y se notaban bordes irregulares.

El joven miró su corazón, que ya no era perfecto, pero le hacía sentir mejor que antes, porque el amor del anciano fluía en su interior. 

¿A qué esperas?